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Tres días de berrinche y a jugar otra vez

Han sido tres días de berrinches, desde lo de Islandia. Lo de Islandia fue un empate feo e imprevisto, que nos mantiene incómodos en la clasificación. Pero fue algo más: fue una recaída en el pesimismo. Después de seis victorias consecutivas, el equipo falló otra vez, víctima de un extraño 'jet lag' climático, y han resucitado todos los fantasmas. Este equipo es visto como un grupo de sospechosos, de presuntos implicados en un delito continuado de conspiración contra el optimismo público. Con Luis a la cabeza, sospechoso número uno, como corresponde a todo seleccionador en toda circunstancia.

Ahora toca Letonia en Oviedo, que arranca entusiasmo de sus entrañas, llena el Nuevo Tartiere y se dispone a presenciar el quite del perdón. Un buen partido, toque, nervio, ganas, llegadas, goles, tres puntos... ¿Es mucho pedir eso ante la débil Letonia? En este ejemplar tienen un estudio de Aritz Gabilondo, que avala el pedigrí de este grupo, capaz de reunir tres mundiales, nueve europeos y unos cuantos meritorios segundos puestos en las categorías inferiores. Incluso cinco medallas de plata en Sidney. Eso cuando eran niños. Hoy casi todos alternan en el fútbol de gran estatura de la Champions...

¿Entonces? ¿Qué pasa aquí? Pues que el grupo vive instalado en una desconfianza que afición y Selección retroalimentan mutuamente, en una especie de pesimismo resignado que Luis supo sacudir en vísperas del Mundial, pero ya no desde entonces, porque no ha vuelto a ser el mismo. Los jugadores son buenos, pero les falta electricidad. El tiqui-taca sólo vale si está basado en el desmarque continuo, en la atención, en el nervio. ¿Por qué no lo hacen así, como lo hacían de juveniles, como hicieron en Corea sus últimos sucesores? ¿Será hoy ante Letonia? Eso espero cada vez que salen, pero...