Pedaleando en busca de credibilidad

Pedaleando en busca de credibilidad

La Vuelta a España, prueba señera, arranca desde Vigo. Dentro de tres semanas rendirá viaje en Madrid. El ciclismo vive tiempos de crisis, pero vive. Y tiene un objetivo: rehabilitarse, desengancharse, convencer a la sociedad de que se ha desenganchado. Todas estas patéticas escenas que vivimos (Rasmussen, Vinokourov, el veto a Valverde desde Alemania) no las considero sino como los últimos coletazos de una época que se va, pero cuyas secuelas aún vamos a lamentar durante algún tiempo. Tanto más tiempo cuanto más tarden los protagonistas en pensar que "aquello" ya no es posible.

"Aquello" enriqueció a algunos médicos, fue alentado por directores de equipo irresponsables e hizo de los ciclistas rehenes de la situación. Si querías hacer tu deporte, despuntar en él o al menos ser competitivo, tenías que entrar en esa ética del socorro químico y repetir como letanías de 'hare krisna' la retahíla de excusas de todos: deporte duro, con espaguetis no se suben puertos, los otros deportes ¿qué?, nos hacemos muchos controles, aquí hay hipocresía... Así un año tras otro, una entrevista tras otra, hasta dar en la situación actual. Algunos siguen pensando igual. Y hasta hablando igual.

Sé que a una parte del pelotón le dolerá leer esto en un periódico deportivo, periódico oficial de la Vuelta, además. Pero está escrito desde la mejor intención. Y desde el convencimiento de que el ciclismo está ahora en el buen camino, pero también de que el retorno es largo, muy largo. Se ha ido muy lejos. Pero gente que se da la vuelta a Francia, a Italia o a España dando pedales tiene que tener, con seguridad, la fuerza de voluntad necesaria para salvar su deporte, que es como salvarse a sí mismos. Lo malo es que los malos, o los más lentos en reaccionar, van en coche. A esos hay que temer.