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La segunda parte fue un descalzaperros

Si aún estuviera Boskov en el Madrid, diría que más vale perder un partido por tres goles que tres partidos por un gol. Pero la verdad es que perder es algo para lo que el Madrid nunca está preparado, y que tres a cero escuece. Schuster se refugió en que mejor ahora que más adelante, y es verdad. Podría haberse refugiado también en las ocasiones perdidas y en el buen juego de la primera parte, y también sería verdad. Pero, con todo, el resultado no es casual. Las carencias de la plantilla tienen efectos inevitables, y uno de ellos es que cuando la cosa no sale bien de primeras, todo se desmorone fácilmente.

Ya lo he escrito aquí: entre laterales derechos y segundos puntas al Madrid se le van la mitad de los efectivos, así que muchos de los que son una u otra cosa tienen que jugar de remiendos en otra parte. Y si el equipo no está encajado lo acusan más. Ayer le pasó sobre todo a Torres, al que Capello sacó partido a banda cambiada, porque Capello aburre, pero es Capello, pero que ayer fue un coladero. También acusó el equipo la falta de un cerebro y de extremos verdaderos para llegar y ponerla, y eso que Balboa dejó buena imagen. Todo quedó a expensas del pase profundo con riesgo de fuera de juego.

Pero lo peor fue el desmorone de la segunda parte, la falta de convicción que se fue extendiendo, como una gangrena. La segunda parte fue un sainete. Si la primera la pudo haber remediado Higuaín con mejor puntería (lástima que a este gran jugador le cueste tanto el gol) la segunda no fue un descalabro estrepitoso gracias a Casillas, regresado en buena hora. Todo fue un desastre, incluido el antidespeje de Pepe que costó uno de los goles. Pero todo el equipo se desplomó, falto de goles y de fe. Muy mal síntoma. Eso sí: la gente de Hannover disfrutó de lo lindo. El año que viene invitarán otra vez al Madrid, fijo.