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Es verdad: el Madrid siempre vuelve

Real Madrid, campeón de Liga. Un arreón de orgullo que nació en Munich, cuando un árbitro de cuyo nombre no me quiero acordar anuló un gol 'in extremis' de Sergio Ramos, le ha llevado a ganar la Liga. Ha sido una remontada espectacular, que arrancó con el empate en el Camp Nou, tres días después de lo de Munich, aquella noche en que le pintó la cara al Barça y entendió que podía ganar el título. Desde entonces el Madrid sólo perdió en Santander (con otro árbitro de cuyo nombre no quiero acordarme) y empató en Zaragoza. Lo demás lo ha ganado todo. Con apuros, sí. También ayer.

Ha sido un Calvario para un equipo que no está organizado para jugar al fútbol, que renuncia al balón y al ritmo del juego y que lo ha apostado todo a la fuerza del grupo. Fuerza física y mental. Balones arriba, centros a la olla, algún preciosismo aislado, mucha fe. Así, con un fútbol arrebatado, cambiando goles, han ido cayendo los triunfos. Un fútbol áspero pero emocionante, una apuesta por el tambor frente al violín, los violines del Barça. Claro, que para que el Madrid llegara el Barça ha tenido que esperar. Ha esperado a causa, sobre todo, del conflicto de 'primas donnas' que anida en su seno. Vicio corrosivo.

El del Madrid no ha sido un fútbol de ensueño. En realidad, no ha sido ni siquiera presentable en muchas ocasiones. Pero ha sido un fútbol honesto, y eso también vale. Todo cambió desde que se fue Ronaldo, hay que meditar sobre ello. Del Ronaldo que se fue al Van Nistelrooy que ha ganado el pichichi están todas las enormes diferencias entre el Madrid que se fue y el que ahora está y que no sé cuánto durará. Un Madrid que, en todo caso, ha recuperado la Liga, porque ha reconquistado unos valores propios de la casa que se habían perdido hace muchos años. Valores que no son estéticos, pero sí son morales.