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Suerte en París, Maestro

Actualizado a

El domingo perdió Rafa Nadal. Notición, porque en tierra no lo hacía desde hace más de dos años en los que escribió 81 emocionantes episodios. Acostumbrados a verle ganar, quizá no seamos conscientes de lo que significa Nadal para el deporte de este país. Hay que detenerse y rebobinar. El geniecillo de Manacor tiene sólo 20 años. A esa edad en la que unos sólo piensan en si el botellón será de calimocho o de DYC, él ya ha ganado 21 títulos. Entre ellos están dos Roland Garros (el primero en el año de su debut), nueve Masters Series (la segunda categoría del tenis), una Copa Davis (es el jugador más joven de la historia en alzarla) y ha disputado una final de Wimbledon. Además, ha hecho cosas que nadie ha conseguido, como ganar tres veces consecutivas en Roma. Y, todo esto, coincidiendo en el tiempo con Roger Federer, para muchos el mejor tenista de la historia, al que ha derrotado ya en siete ocasiones.

Nos pueden echar en cara que le ensalzamos demasiado desde los medios. Pero es que no ofrece muchas oportunidades para la crítica. Teniendo lo que tiene, se esfuerza en pulir su técnica para aspirar al número uno y poder triunfar en los otros santuarios: US Open y Abierto de Australia. ¿Que quizá juega muchos partidos? Bueno, ahora su mejora en el saque y el revés cortado le permiten cerrar los partidos antes. Se desgasta menos. Está en sazón y, como se dice en el Planeta Taurino, "el peor toro es el que no se torea". Y él, ahora, tiene capacidad para meter en la muleta a cualquier morlaco. Aunque se llame Federer y salga crecido a la plaza de París.