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Este partido sí que lo vamos a ganar

Glasgow, Hampden Park, escenario clásico. (El fútbol lo inventaron los ingleses, pero los primeros que lo hermosearon fueron los escoceses. Aún no hace muchos años que los clásicos distinguían entre ‘estilo inglés’ y ‘estilo escocés’ para referirse al juego directo o al más elaborado). Glasgow, Hampden Park, decía, escenario clásico. Ahí se juegan la final de la Copa de la UEFA el Sevilla y el Espanyol. Alarde de nuestro fútbol, que si dimitió antes de la cuenta en la Champions se ha lucido aquí. Y el nivel de nuestro fútbol hay que juzgarlo bien por esto. No todo son el Madrid y el Barça, recuerden.

Este partido lo vamos a ganar, seguro, salvo una de las minorías (no tan minoritarias) los espanyolistas o los sevillistas, una de las cuales se llevará un pequeño chasco. Digo pequeño porque para el Espanyol ya es bastante llegar aquí (aunque una vez ahí, ¿quién no espera algo más?) y porque al Sevilla le quedarán otras dos balas después de esta. Y, francamente, es difícil no considerarle favorito. El Sevilla tiene el secreto de la dinámica, el del fútbol tan bien hecho como el que mejor lo hace, sólo que con más velocidad, lo que es un mérito añadido. Y además lo hace menos controlable.

Un equipazo el Sevilla, desde luego. Vive el mejor momento de su historia, y todos los elogios que se le dediquen serán pocos. Pero el Espanyol tiene el valor del que busca su lugar al sol en un espacio adverso, con la inquina de la Barcelona oficial, que piensa que fuera del Barça no hay legitimidad posible. Hace un siglo que el Espanyol rema río arriba y cada mucho se permite el lujo de algún protagonismo, alguna alegría, alguna portada. Se debe una Copa de la UEFA a sí mismo y la necesita más que el Sevilla, que ya la tiene. El partido tiene favorito y viste de rojo, pero hay partido. Disfrutemos.