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Hete aquí que 1983 fue el año del milagro, el año en que aparecieron unos profetas que, en nombre de un desconocido dios, proclamaron el nuevo Génesis, el advenimiento de una nueva religión: el Baloncesto. Hasta ese bendito año el baloncesto era, según ellos, desconocido en España, si bien circulan rumores que pretenden que ya se practicaba desde hacía casi un siglo en el resto del mundo y que incluso en España se habían producido notables triunfos de clubes en Europa, pero que una larga y tenebrosa noche de oscurantismo y probable censura pre y post franquista ha ocultado en nuestro país hasta ese año de gracia cualquier noticia sobre ese deporte. También se comenta en los prudentes cenáculos y en lo profundo de las catacumbas que un tal padre Millán lo introdujo en España, pero nadie ha podido probarlo; mencionarlo es condenable anatema. Sólo existe una referencia cierta y sagrada: 1983, año cero.

Las nuevas generaciones de periodistas aceptan con prudente educación que quizás hubo algo antes del glorioso 1983, pero que ellos no tienen noticia y tampoco les interesa mucho. Yo maldigo mil veces a la estrella que me hizo nacer con tanta anticipación, impidiéndome participar, gozar activamente de este maravillos deporte, bien jugando, arbitrando... o entrenando. 1983 llegó para mí demasiado tarde.

N. de la R.: 1983 es el año en que la ACB (Asociación de Clubes de Baloncesto) tomó el control de la Liga Nacional.