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Pareció una mezcla de Pirri y Ayala

Conocí en persona a Sergio Ramos el día que recibió la primera clase del carnet de conducir. Vinieron a buscarle en coche a la ciudad deportiva sevillista. Me impactó su madurez y claridad de ideas, aún más que esos tatuajes que luce como homenaje a sus padres. Ya me había hablado de sus muchas virtudes Luis de la Fuente, aquel lateral ofensivo de Athletic y Sevilla, que le tuvo en sus manos en el juvenil hispalense. "Es eléctrico y elegante, tiene hambre, se sabe el oficio", fueron sus palabras. Desde luego, delante del micrófono se movió como un mayor, pero nada comparado con la exhibición que dio en San Mamés jugando su primer partido como central en la Liga.

Su primer encargo fue Urzaiz. Para colmo, formando pareja con David Prieto, otro recién llegado. No tenía al lado ni a Alfaro, ni a Javi Navarro, ni a Aitor Ocio. Le dio igual. Actuó con la agresividad de Ayala y la salida de pelota de Pirri. Se salió en velocidad al cruce, mandó como Baresi. Me viene a la cabeza una acción de la noche. El camero cayó al suelo en un choque cerca de la línea de fondo y, viendo que podía romper el fuera de juego, se arrastró para irse del campo. Muy pillo.