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Cuestión de tirar más veces el dado

Vaya por delante que para mí lo de Turienzo fue un horror. El primer penalti no existe. Y es cierto, como dice Capello, que el Racing saca la falta con el árbitro distraído en su conversación con Sergio Ramos. La falta que da lugar al segundo penalti tampoco existe: Helguera no levanta el pie por encima de la cintura y el impacto con la cabeza de Munitis se debe a que éste busca con mucha codicia. Ni falta ni segunda amarilla. De esa falta, ya sin Helguera en el área, llega el penalti de Cannavaro, que sí es: se agarra a Zigic de una forma impresentable, sin ocuparse para nada del balón, vicio de tantos defensas.

Pero dicho esto, hay que recordar que el fútbol es un juego de instantes, en el que los goles llegan en acciones concretas, a veces casuales, y en el que de lo que se trata de es tirar el dado las más veces posible, a ver si sale el seis. Puede salir a la primera o no salir en diez veces, pero cuanto más se tire, más posibilidades hay de sacarlo. El Madrid lo tiró varias veces en la primera parte, y le salió un seis, un poco de chiripa. El Madrid había hecho mejores jugadas de ataque, pero el seis llegó cuando llegó, porque así son las cosas. Y en la segunda parte renunció a jugar, se desmoronó ante el Racing, se atarugó y...

Y el Racing se fue arriba dispuesto a todo. Suyos fueron el balón, el campo, las ganas y el dado. El Madrid se descompuso con Capello bloqueado en la banda. Emerson, su lugarteniente, estaba visiblemente rengo pero el fetichismo del doble pivote le impidió cambiarlo. Pasados veinte minutos el Madrid no atravesaba medio campo y el Racing iba una y otra vez, al área del Casillas. Contó con Turienzo para ganar, desde luego. Pero contó también con Capello y su ridícula pretensión de ganar así una Liga. Y contó, sobre todo, con su envidiable entusiasmo de equipo que aspira a ganar jugando al fútbol.