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Individualicemos el delito y el castigo

Apareció el presunto autor del lanzamiento de la botella a Juande Ramos, y bien que lo celebro. No apareció gracias a ese sistema caro y descuidado que se llama UCO, sino a través de una grabación de Canal Sur. En todo caso, hay una prueba, puede abrirse un procedimiento y hay un detenido puesto en libertad con cargos. Lanzar una botella a un campo de fútbol en un momento de cólera es una acción bárbara, que refleja falta de control y de civismo. Pero es el acto de una persona (o de unas cuantas, si hay varios lanzamientos) no es el acto de una multitud. Es bueno individualizar el delito y el castigo.

Hace tiempo que aspiro a eso. El viejo reflejo de tratar al público de fútbol como una masa indiferenciada merecedora de castigo colectivo en estos casos me parece un atraso, un reflejo casi troglodita, consecuencia de tantos años en los que se predicó, equivocadamente, que el fútbol embrutecía por su propia esencia. Aún hay gente que lo piensa. Yo creo, por contra, que el porcentaje de malas conductas en los campos de fútbol es incluso menor que en otros territorios. Y que a nadie se le ocurre cerrar las autopistas porque haya muertes por imprudencia, ni las discotecas porque haya peleas en ellas.

A extender mi forma de pensar contribuirá, espero, que haya aparecido el culpable. Claro que es triste que sea futbolista, pero eso no debe cambiar la forma de ver las cosas. Su figura avergüenza al fútbol, la de la docena larga de anónimos que lanzaron cosas con menor puntería también, pero al menos el delito de la agresión a Juande aparece por fin individualizado y a la vista de eso suena menos justo, más absurdo, lo del cierre del campo. Hay un culpable concreto, más unos culpables de inducción imprudente por su temeraria conducta previa, particularmente Lopera y León. Pero no culpemos a todos. Sólo a ellos.