Vivir a impulsos y sin juego
A los jugadores del centro del campo del Atlético alguien les podría explicar que se puede jugar al primer toque y que la rapidez es importante, que no vale para nada, y es hasta una tontería, tocar y tocar de un lado a otro sin mirar a la portería contraria. Así aburres a tu gente y como mucho empatas a cero si el rival hace lo mismo. Y eso es lo que pasó ayer en el primer tiempo. Los entrenadores han imbuido a los jugadores de que lo importante es que no te la quiten, y que vale más echarla al portero que arriesgar. Y el fútbol se hace previsible y triste y nadie crea ocasiones. Eso le ha valido al Atlético para llegar hasta aquí, para vivir en zona europea y cerca de los de arriba, pero como siga así perderá la gran ocasión de acabar entre los grandes y de meterse en Europa.
El Atlético mejoró en el segundo tiempo, cuando se movieron más, cuando pusieron velocidad y cuando recordaron que para meter gol hay que llegar a la portería adversaria. Pero el equipo no tuvo continuidad. Este Atlético vive a impulsos, tiene ráfagas, momentos en los que parece que va a explotar. Pero le duran poco. Luego, vuelta a la vulgaridad, al mal juego, a lo de siempre. Y entre lo de siempre está tener algún fallo defensivo y que el rival se adelante en el Calderón. Todo eso se cumplió ayer. Y también la reacción atlética que dio para el empate y poco más, porque a este equipo le falta fútbol, es capaz de matar al contragolpe pero no sabe jugar cuando tiene que llevar el mando, cuando le toca construir. Así está sobreviviendo, pero o cambia o llegarán los lamentos.