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Ojo: esto es algo más que un accidente

Nueve goles en diez partidos. Fue el peor promedio de una jornada de Liga en la historia de nuestro fútbol. ¿Accidente o tendencia? Me temo que las dos cosas. Usted y yo podemos tirar el dado muchas veces sin tener la suerte de sacar un seis. O tener la suerte de que nos salga el seis a la primera. Pero cuantas menos veces se tire el dado, menos ocasiones hay de que salga el seis. Y nuestro fútbol (y otros) está siendo atrapado otra vez por esa fiebre tacticista que prima a los jugadores de quite, disciplina táctica y lucha sobre los de inspiración, a los que los entrenadores consideran sospechosos y disolutos.

Hace ya muchos años que Carlos Santillana, delantero él, muy delantero, me comentó entre pesaroso y resignado que el fútbol iba destinado al empate a cero. "El partido perfecto será el cero a cero. Tal como se está montando el fútbol, si nadie se equivoca, no será posible hacer ningún gol." Presentía ya este fútbol (que él mismo empezaba a sufrir) de la táctica cerrada, el agarrón, el árbitro cómplice de los defensas, la trampa del fuera de juego bien engrasada, el penalti abolido en la práctica, el uno contra cuatro en el ataque. El fútbol que se enseña en Coverciano, la escuela de entrenadores italiana.

Bueno, pues hacia ahí vamos. Una jornada sólo es una jornada, pero anuncia una verdad siniestra: el promedio de goles se desploma. El precio de los derechos de televisión de nuestro fútbol se ha multiplicado por ¡siete! en los últimos diez años, pero esas millonadas están empezando a ser gestionadas mezquinamente. Los jugadores de talento que vienen son maltratados primero por sus propios entrenadores y después por los defensas adversarios, que se vuelven tanto más desaprensivos cuanta más tolerancia encuentran por parte de los árbitros. Ojo: la tendencia es terrible. Al menos, sepámoslo.