Gago cubre la nostalgia de Redondo

Gago cubre la nostalgia de Redondo

Nada más llegar al Madrid, Florentino vendió a Redondo. A mí me pareció una buena operación: tres mil millones por un jugador que entraba en una edad peligrosa, tenía una rodilla mal y condicionaba mucho el juego del equipo. Yo, además, nunca fui tan 'redondista' como muchos de mis amigos. Pero lo cierto es que nunca, en los diez años que llevo en AS, recibimos tantas llamadas y correos protestando por algo como aquella vez. Muchísimos madridistas se indignaron. Florentino, con su proverbial malicia, llegó a pensar que se trataba de una manipulación nuestra. No sé si ya se habrá convencido.

El tiempo avaló la operación: a Redondo le quedaba muy poquito, como se vio en el Milán. Pero durante años he seguido oyendo quejas, sin duda porque Redondo fue un referente para el Madrid. No tenía pase largo, ni llegada, ni gol, ralentizaba el ritmo, pero tenía una jerarquía imponente, quitaba y distribuía bien, era solidario, tenía una elegancia física y moral indiscutibles y los que vivimos el fútbol más cerca sabemos que tenía una influencia enormemente positiva en el vestuario. Su recuerdo se reaviva ahora con Gago, al que se recibe con alegría, porque se parece a Redondo.

Se parece porque es argentino, rubio, con melena, pausado en el habla y porque es un director de juego con quite, panorama y trabajo, las mismas virtudes de Redondo. Y tiene más pase largo, más llegada y más gol. Sería un Redondo de segunda generación, algo mejorado. Pero lo que tendrá que demostrar es la enorme jerarquía de su predecesor, aquella personalidad que le hacía sobresalir por encima de sus carencias, y constituirse en el eje de todo. En principio lo tiene todo a favor: se le va a acoger como el delfín de Redondo y su juego es justo lo que el equipo pide a gritos. Lo demás es cosa suya.