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El doble triunfo del sudor y del músculo

Día de sorpresas. La primera por la mañana, cuando el Barça perdió en Tokio. ¡Y qué cara se le quedó! Perder no entraba en lo previsto. Y esa derrota deja al Barça desacomodado, con los horarios cambiados, al otro lado del mundo y con la Liga traspapelada. El viaje es incómodo pero merece la pena si se gana el torneo, al fin y al cabo el Mundial de Clubes. Pero perderlo es un chasco tremendo. Y a ese se ha unido otro: no será Ronaldinho, sino Cannavaro, el primero en el FIFA World Player, que se entrega mañana. La cosa surgió como un rumor, justamente desde Tokio, pero ya es oficial.

Capello me defendía hace poco el Balón de Oro de Cannavaro. Su argumento era que el Mundial es lo máximo en todo: en categoría de equipos y de jugadores, en dificultades, en presión. Quien está por encima de todos esas tres solemnes semanas que sólo se viven una vez cada cuatro años es el mejor, me insistía. Los seleccionadores del mundo le dan ahora la razón. A mi ¡qué quieren! me siguen gustando más Ronaldinho y varios otros. Eso aun admitiendo que al fútbol también le vienen bien la fuerza, el sacrificio, la atención, la solidaridad. El trabajo serio entre semana, que luego rinde.

Esos son los valores que defiende Capello, anteponiéndolo a otros. O quizá ya no tanto. Ayer endulzó su modelo, acompañando a Emerson con Guti, colocando a Raúl en su sitio, sacando dos extremos ofensivos... Y todo, eso sí, apoyado en un trabajo firme durante cada día. Partidos como el de ayer, con esos cuarenta minutos en inferioridad numérica, desmadejaban fácilmente al Madrid de los últimos tiempos. Ahora encaja los contratiempos porque ha recuperado la ética del trabajo, el orgullo del deportista. Y eso es un valor también. Y está de moda, como estamos viendo.