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El Madrid es el Madrid, diría Boskov...

Pasó el Barça, tras una noche grande, de esas a cara o cruz, sin segundos turnos. Sigue adelante el equipo de Rijkaardpor su poder resolutivo, incomparablemente superior al del Werder Bremen, pero la verdad es que aún no aparece el Barça del año pasado. Viéndole sufrir las de Caín en la segunda parte, se me fue la mente al Madrid, que lo vería desde Kiev, donde todo le sobra, porque ya tiene asegurado el notable de antemano. El notable es seguir, por supuesto. El sobresaliente es pasar como campeón, cosa que quedó reservada para el Chelsea y el Olympique de Lyon. Y para el Valencia, por cierto.

Veía al Barça afanarse ante el Werder, lo comparaba con la paz del Madrid y no dejaba de pensar hasta qué extremo solemos ser exigentes con el equipo blanco. Tiene un punto menos que el Barça en la Liga, llega a la última jornada del grupo Champions sin agobios, dándole al partido cierto carácter de excursión para los canteranos, y aun así vive bajo un montón de críticas. Juega aburrido, sí, pero es que está en reconstrucción. Ha buscado un atajo feo para obtener resultados, pero al menos ha sustituido la fatuidad insoportable de la última época por aquella vieja ética del trabajo, tan suya.

Supongo que si es así es porque así debe ser. En el Madrid no hay escondites, le escuché decir una vez a Valdano. El Madrid debe ganar, y jugar bien, y ser ejemplar. Si el árbitro le perjudica no debe quejarse, si el árbitro le favorece debe escuchar con la cabeza baja un clamor. La victoria es un hábito, el empate un desastre, la derrota una tragedia. Esta misma noche no tiene permiso para perder. Aunque no sirva de nada, aunque falte este, el otro o el de más allá, aunque salgan canteranos. Aunque tenga el trimestre aprobado de antemano, no como el Barça. El Madrid es el Madrid, como diría Boskov.