Al Barça le sale un toro en puntas

El Barça de estos días es un gran equipo. Un gran equipo de verdad, dicho, si cabe, en términos históricos. Quiero decir con esto que en el siglo largo (pero no tanto) que llevamos de fútbol, ha habido un par de docenas de grandes equipos de verdad, y que el Barça de estos días bien podría incorporarse a ese grupo. Juega bien y juega bello. Tiene verdaderas estrellas, tiene dinámica, tiene un sentido solidario del juego, es luminoso. Pones la tele seguro de que vas a ver algo: quizá un partidazo, quizá sólo un puñado de buenos detalles, pero vas a ver algo. Para entrar en la historia sólo le falta una cosa: tiempo.

Tiempo en la cúspide, se entiende. Tiempo ganando títulos o peleando por ellos. Persistencia en la excelencia. Y esa es la prueba que tiene que pasar hoy. El Barça deslumbrante del año pasado nos pareció otro desde el Mundial. Incluso durante el Mundial, que no jugó, pero jugó por delegación, como todos. Etoo no estuvo. Ronaldinho, sorprendentemente, tampoco. Deco sí, pero no tanto. A Messi no le ponían. Puyol empezó a hacer aguas. Xavi volvía de la lesión de la que no acaba de volver, aunque casi. A Iniesta le llevaron de excursión. El Mundial se esfumó sin ellos, así que se lo acabó llevando Cannavaro.

Ahora el Barça está reaccionando, un poquito ayudado, eso sí, por la tropilla de Sánchez Arminio, con su empujoncito los días malos. Este golito anulado a Escudé, la tarjetita perdonada aquí pero sacada allá, el penaltito regalado... Con eso, el Barça ha ido recomponiendo el tipo en España. Pero esta noche le sale un toro en puntas. Una noche decisiva, sin posibilidad de pedir aplazamientos. Ganar o salir fuera, no hay otra. Una noche para Ronaldinho y compañía, una noche para defender que el fútbol bello es el más útil, una noche para renegar del pecado de pereza que siempre tienta al triunfador.