Calderón, sus enemigos y sus logros

Ramón Calderón es experto en asambleas. Hace muchos años que participa en ellas como compromisario (fue muy crítico con la gestión económica de Mendoza), porque siempre fue un socio muy participativo. Cosa de la que, por cierto, no puede presumir ninguno de sus adversarios de estos días. Es experto en asambleas decía, pero mañana lo puede tener complicado. Los que con razón le culpan de haber montado un entramado de ingeniería judicial para evitar que se cuente el voto por correo (y se sienten damnificados por ello) se están moviendo a fondo para hacerle pasar un trago incómodo.

Hay vías para atacar a Calderón. La principal, Kaká, que no ha venido. Otra, que haya empleado a su hermano como abogado del club. Una tercera, que pretenda eliminar el voto por correo para el futuro, porque ha incubado una fobia casi supersticiosa (y a mi juicio equivocada) sobre esta práctica, que Florentino evidentemente sobreutilizó y corrompió. Pero el voto por correo lo que pide es ser reconducido a su utilidad lógica, no eliminado. Ahí se equivoca Calderón. Porque se va a entender que con esta iniciativa lo que pretende es deslegitimar los votos por correo que aún andan por ahí colgados.

Pero los logros también están ahí, y en circunstancias bien difíciles. Ha admitido cuatro mil nuevos abonados, aliviando una lista de espera. Ha rebajado las cuotas. El proyecto deportivo es serio, por más que a algunos no nos enamore. Con Capello se ha recuperado la ética del trabajo. Entre los fichajes ha llegado el Balón de Oro del año, feliz sorpresa. El baloncesto arrasa en la ACB. Y ha conseguido un contrato espectacular con televisión, garantía de bienestar económico a corto y medio plazo. Tiene argumentos para defenderse. Eso sí: hasta que no convoque elecciones no podrá estar tranquilo.