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Con una engañosa sensación de alivio

El empate, el arreón final y el penalti fallado (¡otro!) por Van Nistelrooy dejan una sensación de alivio, pero no pueden ocultar una realidad: el Madrid no está para grandes cosas. El Olympique de Lyon, como el puñadito selecto de buenos equipos de Europa, está un peldaño por encima del Madrid, que en la liga doméstica puede hacer buenos resultados con cierta frecuencia, y hasta ganar a un mal Barça en una buena tarde, pero no tiene hechuras de gran equipo. Y sin Guti, menos. Sin Guti, al Madrid más le vale hacer lo que sólo hizo al final: perder la vergüenza, mandar ollazos y a ver qué pasa.

Y la tan predicada seguridad que Capello nos ofrece a cambio de no hacer juego sigo sin verla. Si Casillas no hace milagros, el Madrid no gana. Ayer Casillas estuvo vendido en el primer gol e indeciso en el segundo, y eso bastó para que el partido se escapara antes de haber transcurrido un cuarto del mismo. Un partido, por cierto, que el Madrid necesitaba ganar... por goles de diferencia. Y de eso siempre estuvo lejísimos. A partir del dos a cero jugó cuesta arriba (en realidad, antes también) y el Olympique de Lyon, como en la ida, se dejó ir, sin nada ya que ganar ni que perder, hasta el susto final.

Y el número llamativo de la noche: el duelo Cannavaro-Carew. Si de verdad le dan el Balón de Oro a Cannavaro se ganaría el aprecio general cogiendo inmediatamente un avión para llevárselo a Carew. Y si no lo encuentra, al primero que vea. Cannavaro hizo un excelente Mundial, y pudo ser el mejor jugador del mismo incluso, dado el bajo nivel de las figuras. El mejor en ese mes, y en ese gran compromiso, que no es poco. Pero otorgarle el Balón de Oro me parece casi sacrílego. En cuanto a Carew, su exhibición fue portentosa. A la velocidad y potencia añadió habilidad. Claro, que con Cannavaro enfrente...