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Urge un buen criterio sobre los codazos

Veo a Pinto despejar y volverse hecho una furia sobre Taborda, que le ha entrado con el codo a la garganta. Era la segunda vez que se lo hacía, como bien explicaba, con los dedos índice y corazón, Pinto. Lo veo y recuerdo el gol de la mañana en el Xerez-Murcia: Jordi salta con todo y percute simultáneamente al balón con la cabeza y a la frente de Notario con el codo. Gol y K.O.Notario precisó dos puntos de sutura. Entiendo el enfado de Pinto: si esto prospera, el portero está vendido, porque necesita los brazos para ir a por el balón, no puede distraer uno de sus codos en misión exploratoria del rival.

Recuerdo la machada de Guerrero y la expulsión de Motta, y la comparo con estas jugadas. Recuerdo la expulsión de Silva, con criterio severo hasta el extremo (expulsión decisiva en un partido entre grandes) y la comparo con los dos estacazos de Placente en el derby gallego, de los que salió librado con una única amarilla, y no veo proporción. Las consignas de severidad del Comité Técnico han producido en algunos árbitros (y en Guerrero) algo así como una prisa infantil por ser el primero de la clase en aplicarlas, mientras que para otros, como el de anoche, la prioridad aún sigue siendo Fernando Vázquez.

Es una cuestión demasiado grave esta del codazo. Tanto, que bien justifica el enfado de Pinto. El codo puede producir daños, porque ataca a partes vitales, como la cabeza o la tráquea. Y las expulsiones tampoco son para ser repartidas azarosamente, porque inclinan partidos, sobre todo si son tempraneras, como la de Sevilla. Urge un criterio de verdad, urge fijarlo y urge que se siga con prudencia pero con firmeza. Lo que urge, en realidad, es que los árbitros se reúnan, vean juntos los partidos de todos, comenten, discutan y se pongan de acuerdo. Por eso estoy a favor de su profesionalización.