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Casillas, de nuevo máximo desgoleador

En la noche de Puskas, aquel grandioso goleador, los aplausos fueron de nuevo para Casillas, el gran desgoleador. Aún no ha ganado ningún trofeo Zamora, ese que premia al portero menos goleado a partir de determinado número de partidos. No lo ha ganado porque por muchas manos que saca, siempre hay balones imparables que le burlan. Pero lleva años desgoleando, evitándole goles al Madrid. Con Capello parecía que iba a ser menos, y de hecho es menos, pero no tanto menos. Sigue siendo el pilar de los resultados del equipo. Sin sus milagros, ya cotidianos, las cosas serían de muy otra manera.

El Racing se marchó pensando en eso, sin duda. Casillas tuvo más trabajo que Toño, pero ganó el Madrid, que con esa victoria sigue metido en el grupito de cabeza, a la espera de días mejores. Su fútbol de gasoil no enamora, Capello escatima la presencia de jugadores de inspiración (ayer nos privó de Robinho), fía mucho a sus dos pivotes, Emerson y Diarra, que a base de tiempo y confianza van entrando, y el equipo es eficaz y feo como un camión que sube una cuesta. Eso sí: las garantías atrás no le vienen por el sistema, sino por Casillas, ese ángel al que el Madrid debe ya tantos goles espantados.

El juego, el buen juego, hay que fiarlo a Guti, pero Guti le dio ayer un nuevo golpe a su fiabilidad. A partido ganado, fue uno de los que se abandonaron absurdamente a un rapto de cólera que de repente afectó a unos cuantos. Otro fue Sergio Ramos, que salvó la expulsión milagrosamente. Pero Guti, el más imprescindible de todos los jugadores del Madrid de hoy, porque es único en la plantilla en su género de buen armador de juego, no estará en Mestalla. Ahí, en esas cosas, ha ido minando su crédito ante la afición y la confianza de los entrenadores. Da rabia que pasen los años y no supere eso.