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Aguirre, pruebe usted a poner al Kun

El hijo de un amigo mío no sabe si romper a merengón o a colchonero. Está justo ahí, en el tejado, sin hasta que ahora se sepa por qué lado va a salir. Su ilusión es el Kun, pero el Kun no sale. O sale poco. Desde luego, mucho menos que Costinha, ese feroz mastín del medio campo que afea los partidos con sus entradas peligrosas. No quiero sumar los minutos que han jugado uno y otro, porque me deprimiría. El caso es que el Kun sale ratos aislados, en los que estamos esperando que haga algún milagro. Eso recién llegado, en un equipo cambiante, sin hacer, en el que ni el Niño Torres sabe aún a qué atenerse.

¡Cómo les cuesta a los entrenadores decidirse por el talento! Y sin embargo, a mí me parece una apuesta segura. Claro, que yo no soy entrenador. Incluso tendría que morirme, nacer otra vez y ser entrenador en la nueva vida para comprenderles. Algo manejan que los demás no sabemos, desde luego, pero ¿qué es ello? Capello acabó por poner a Robinho, a desgana y como de rebote, y ahora Robinho le va sacando del atasco. No es que juegue más que Emerson, que sigue siendo el primero de todos para el ceñudo técnico italiano, pero al menos sí juega ya tanto como él. Pruébelo Aguirre. Le saldrá bien.

El fútbol se hace con buenos futbolistas. Cuando no se tienen son necesarias todas las otras cosas: la preparación física, el orden táctico, las jugadas ensayadas... todo eso. Todo eso es bueno, y no le sobra al fútbol, sino que lo mejora, pero no hay nada que pueda mejorar tanto un equipo como un buen jugador. Cuando se inventa un método, un esquema, una táctica, o como queramos llamarlo, en el que no puede entrar un jugador de talento es que el esquema está mal inventado. Y todos perdemos. El que más, el hijo de mi amigo, que quiere ser del Atlético y Aguirre no le deja.