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Árbitros malos... y jugadores tramposos

Estamos todos escandalizados por los errores de Lima en el Calderón, en especial lo están en Huelva, y es natural. Resulta insoportable tanta incompetencia, y sobre todo tanta incompetencia anunciada. Este hombre es un enchufado de Padrón, que lo ha colado en Primera sin tener nivel, y ya el año pasado, su primero en la categoría, fue regando los campos con sus melonadas. Pero sigue ahí porque tiene enchufe, del mismo modo que algunos buenos árbitros se atascan en sus ascensos, y algunos hasta desisten, como Fernández Hinojosa, porque no encuentran padrino ni pila de bautismo.

Todo eso es así, pero no hay que olvidar otra cosa: los jugadores no ayudan, sino lo contrario. En tres de los cuatro errores del sábado (el otro fue el penalti no pitado) hubo engaño de los jugadores. Dos penaltis fingidos, un gol con la mano, que Agüero cantó apresuradamente, para dar sensación de verdad. Se ve demasiada persistencia en el engaño y además resulta desoladoramente impune. Hemos llegado a ver que el mismo delantero que dio al balón con la mano transformó luego el penalti, mal señalado por un linier torpe y entrometido. Todo un desagradable alarde de cinismo.

Así que repartamos las críticas y reconozcamos que arbitrar así es difícil. Sólo que por eso mismo sería necesario mejorar los filtros de ascenso y descenso de los árbitros, y no dejarlo todo fiado a un arbitrario 'factor de corrección' que consiste en que al final Sánchez Arminio decide quién sube y quién baja, corrigiendo a su gusto la nota que cada árbitro se ha ganado a lo largo del año. Y eso que los que puntúan ya se cuidan mucho de respetar a los que saben que hay que respetar. Todo un sistema envilecido, que arroja a cebollinos como este Lima a campos llenos de pícaros que les torean.