A Murcia nadie le estropea la fiesta

Murcia estrena estadio (como ayer lo estrenó Palencia, con los Sub-21) y no está dispuesta a que nadie le estropee la fiesta. El fútbol tiene una hermosa capacidad para renacer y para alegrar, y basta una nueva ciudad, un nuevo estadio, para que incluso esta mohína Selección despierte entusiasmo y se convierta en promesa de algo bueno. Y la gente sale a la calle, y va al entrenamiento, y pide autógrafos y presume de ellos. Al fin y al cabo, son los mejores futbolistas de España, de verdad que lo son, a salvo de alguna ausencia, y quién sabe si será hoy, precisamente hoy, cuando encuentren el hilo del juego.

El partido es de tronío, además. Argentina es tierra de magnífica tradición futbolística. El fútbol es una de las señas culturales para aquel país, donde en las pandillas el más admirado no es el que mejor coche conduce, ni el que tiene la novia más guapa, ni el más bravucón, sino el que juega mejor al fútbol. Hasta no hace muchos años (hasta el Mundial 78) la selección era la hermana pobre de aquel fútbol. Como pasa aquí. Los jugadores y la prensa ni llevaban cuenta de los partidos internacionales, que se tenían por un engorro. Todo cambió con Menotti. Aquí aún esperamos un mesías así.

Porque estamos aún en el fútbol de clubes, con la Selección como engorro de ida y vuelta. Ya parece claro que Luis no va a ser tampoco ese mesías. Yo le veo mimetizado con el paisaje federativo, como uno más de aquel castillo en el que se han encerrado y han tirado la llave. Él se siente aún con fuerzas, dice. Ojalá. Ojalá los equivocados seamos usted, yo y todos los que pensamos lo contrario. Confiemos, ya que no podemos hacer otra cosa. Y disfrutemos, si es posible, con el partido. Y en cualquier caso, con la alegría de la ciudad de Murcia, que tiene derecho a su fiesta por encima de malos rollos.