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Capello sobreactuó, evidentemente

Hay enfado en el Atlético, porque Capello llamó tramposo al Niño Torres. ¿Hizo cuento? Seguramente sí. Exagera el efecto del cate, pero el cate existe, como existe el empellón para desequilibrarle y tirarle. En realidad, la jugada, sin ser nada escandaloso, bien puede valer una amarilla, que es lo que vio Sergio Ramos. Esa, más la que traía por un manotazo tonto al balón, le costó ir fuera. Mala suerte o mala cabeza, o descuido, según se mire. Pero para mí lo que hace Torres no es más que subrayar un hecho existente, que es el empellón con agravante de revés en el pómulo. Acción que era de tarjeta.

Tengo la impresión de que Capello aprovechó la jugada como gatera para escaparse de un partido que no le dejó bien. El Atlético fue mejor casi todo el partido, aunque fuera a base de la artera estrategia de tirar a Guti cada vez que la cogía, extremando el cuidado para que según iban apareciendo las tarjetas el tarjeteado se cuidase de reincidir. Un plan poco edificante, pero un plan. Con más faltas, un tercio de ellas hechas a un mismo jugador, Guti, el Atlético acabó con todos sus hombres. Con menos faltas el Madrid acabó con diez. Peor suerte o peor programación. No hay que buscar más culpables.

¿Torres tramposo? Bien. ¿Pero puede Capello garantizarnos y garantizarse que ningún jugador del Madrid incurrirá en delito de fingimiento o exageración bajo su mando? ¿Qué podrá decir cuando eso ocurra? Lo que anteayer podía valer como cortina de humo se le puede volver en contra cualquier día, en cualquier campo. En el Madrid hay que exigirse más. En el Madrid no hay que buscar escondites. Más útil le sería reflexionar sobre el pobre papel de Emerson, al que, por cierto, el Atlético no le hizo ninguna falta. ¿Para qué? Todas recayeron en Guti. Claro, porque está patéticamente solo para construir.