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Un acto de suficiencia galáctica de Raúl

Le pidió una compañera a Raúl que valorara la información de Canal + según la cual Luis piensa prescindir de él y de primeras no contestó. Hubo que insistirle dos veces hasta que rezongó algo así como que él ya sabe lo que piensa Luis, cosa de lo que nadie puede estar seguro, ni el propio Luis. Un acto de suficiencia galáctica que le deja en mal lugar. Se ve que está encarando mal la decadencia que ya le atrapa de lleno, por más que intente ignorarlo. Aún le quedarán algunas buenas tardes, y algunos goles. Pero el Raúl que vimos ya se ha ido, y decir que tiene más chispa que hace diez años suena grotesco.

Ha sido un jugador glorioso, y ejemplar, sí. Se ha entrenado a fondo, ha corrido, se ha movido de sitio en el equipo para acomodar bien a los recién llegados, ha tratado de ser un ejemplo en la Selección (a veces hasta el histrionismo, como con esa mirada al cielo en el himno) ha marcado goles a barullo. Tiene tres Champions, el récord de goles con la Selección y un palmarés ancho y profundo como un océano, labrado con esfuerzo y talento. La Naturaleza le negó la facilidad con el balón que tienen los grandes de verdad, pero lo compensó con su trabajo. No caben en este ejemplar todos los elogios que merece.

Pero no es lo mismo lo que ha hecho un jugador que lo que todavía puede hacer. Llega el momento en que la velocidad no es la misma, la relación con el balón se altera y llega el desconcierto. Algunos readaptan su juego a sus nuevas condiciones. Eso busca Raúl, echándose más atrás. Aún puede ser futbolista. Pero, ¿tan bueno? ¿Tan imprescindible? ¿Es ahí mejor que Guti? ¿Es ahí mejor que Iniesta? ¿O que Cesc? ¿Es obligado que juegue siempre, en el Madrid y en la Selección? ¿Es ofensa preguntar? Lo sabio por parte de Raúl sería reconocerse como es ahora y no empañar en estos años su magnífica imagen pasada.