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Luis recoge el guante del baloncesto

El baloncesto es el modelo a seguir, reconoce Luis, que encuentra en la selección de su colega Pepu ejemplos de solidaridad, buen trabajo físico y táctico, buen ambiente, falta de divismo. Luis recoge el guante y hace bien, porque el comentario está en la calle. España ya ha sido campeona en casi todo menos fútbol, pero el baloncesto tiene una presencia en nuestra sociedad mucho mayor que las del balonmano, el fútbol sala o el hockey sobre patines (tres casos de título mundial) y la hazaña se ha seguido mucho más de cerca. De ahí el chorro de comparaciones, que dejan mal al fútbol.

Uno me decía: ¿te fijas que en ese equipo no hay mechas, ni pelos verdes, ni cintas del pelo, ni tatuajes? Otro me comparaba los planos del banquillo, tan emocionado y participativo, con los que suelen verse en la selección: caras ausentes, intercambio de chistes, pipas... Tampoco la forma en que se mezclan con los admiradores es la misma. Estos de baloncesto se dan con alegría, comparten... Entre los de fútbol abundan los mohínos, serios, huidizos, a los que parece molestar la inevitable popularidad que les acompaña. Quizá sea, como piensa Iñaki Gabilondo, que se cargan de demasiada trascendencia.

En todo caso ahí están hoy otra vez, en Belfast, examinados un poco de otra manera. Dentro de poco todo volverá a ser como antes, pero el momento es el que es, y estos análisis de hoy dejarán algo para el futuro. Mientras, esperemos ese gol mil (¿Raúl? ¿Torres? ¿Villa?) y otros tres puntos para un grupo en el que nos jugamos dos plazas con Suecia y Dinamarca. Los demás son los torpes del grupo, y lo que se haga en esas salidas fáciles puede determinar mucho en el recuento final. En fin, que el baloncesto devuelve prendas y el fútbol vuelve una y otra vez al toro con mucho todavía por demostrar.