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...y todos nos preguntamos por el fútbol

¿Y el fútbol, cuándo? La comparación es inevitable. España ya era campeona del mundo en balonmano, fútbol sala y hockey sobre patines. El waterpolo viene de un ciclo glorioso. Indurain barrió en cinco Tours, siguiendo la estela que abrió Bahamontes. El tenis español, más allá de los numerosos éxitos individuales, ha ganado recientemente, y en dos ocasiones, la Copa Davis. De motos, desde Nieto hasta hoy, no hace falta ni hablar. Fernando Alonso es el campeón vigente de Fórmula 1, y el líder de este año. El atletismo abunda en alegrías desde aquel oro de Fermín Cacho en Barcelona 92...

¿Y el fútbol, cuándo? se pregunta el aficionado. Y se lo pregunta más que nunca ahora, con esta victoria del baloncesto, nuestro segundo deporte de equipo, cuyos aficionados se miran con mutuo recelo con los futboleros. Las teorías se caen. España tiene éxitos en individuales, no en equipos, me decía un amigo este verano. Lo achacaba a la falta de convicción general en la idea de España, a las discusiones sobre el modelo de Estado, incluso a la falta de letra del himno, que vendría a resumir todo eso. Bueno, pues el waterpolo, el balonmano, el hockey y ahora el baloncesto desmienten esa teoría, muy común.

¿Será, pues, que nuestros futbolistas jóvenes se ven acogotados por los extranjeros? ¿Y en fútbol sala? ¿Y en balonmano? ¿Y en baloncesto? Estos júniors de oro han luchado contra un sistema que favorecía a los extranjeros. ¿Entonces...? Simplemente es que nuestros futbolistas no son tan buenos. Gasol, Garbajosa, Navarro, Pedrosa, Lorenzo, Bautista, Nadal, Alonso... ninguno de ellos salió futbolista. Ninguno de ellos vive tampoco agarrotado por una mal imaginada trascendencia de su misión social. Sólo se entrenan, juegan, disfrutan y hacen disfrutar. No les abruma el peso de la Historia. Y ganan.