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Yo me agarro a esos últimos instantes...

Un revientafiestas me decía ayer que España había pasado a la final con suerte. Con la suerte de que Argentina fallara la última posesión, se entiende. Bueno, pues sí. La suerte existe, en efecto, pero hay que salir a buscarla cada mañana con el azadón, según amanece. Y eso es lo que ha hecho este grupo de jugadores: trabajar, trabajar y trabajar, apoyar su talento natural en el esfuerzo de cada día, que te hace mejorar, comprender, ser útil a los compañeros, saber dónde están ellos y dónde ellos esperan que estás tú. Así un día tras otro, hasta que Rudy coge el rebote decisivo en el partido decisivo.

Lo cogió porque estaba donde debía estar en el momento crucial. Lo mismo que los otros cuatro. Por eso tuvieron la suerte de que no encestara Argentina, por eso tuvieron la suerte de capturar el rebote. Por cierto, en ese momento crítico no estaba Gasol, y merece la pena recordarlo. No voy a minimizar la importancia de su baja, que es tremenda. Es el mejor jugador que ha dado este país de largo. Importante por su ritmo de anotación, por sus rebotes, por sus tapones, por su intimidación, por su liderazgo, por su ánimo. Un jugador fabuloso. Pero en aquella jugada España frenó a Argentina sin él.

Lo digo para animarnos un poquito, porque todos pensamos que con Gasol en la cancha el partido sería mucho más fácil. Sin él, el equipo es otro. España pierde el gran referente, pero en un deporte tan analítico vale pensar que el rival lo pierde igualmente. Quiero decir: ellos han estudiado cómo se para a una España con Gasol. Sin él, sus papeles no valen. Igual que la aparición de Sergio Rodríguez descabaló los planes de Argentina, la desaparición de Gasol deja a Grecia un poco a ciegas. Como estamos todos. Sin Gasol es otra cosa, otro partido. Por eso yo me agarro a esos últimos instantes con Argentina.