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Crónica de la nada hecha pedazos

Crónica de la nada hecha pedazoses el título de una de las novelas de mi amigo Juan Cruz, cuya firma honra este periódico. Se lo tomo prestado para este artículo, porque viene a pelo para el partido del Bernabéu, presentación oficial de Capello, segunda edición. Dijo anteayer que le faltan cincuenta días para tener el equipo como él desea. Pues va a ser duro. Y lo peor es la impresión de que el objetivo final no va a diferir demasiado de lo que se vio ayer. Si acaso, más vigor, más energía, porque hasta eso faltó. Pero está claro que Capello va a dejar un margen escasísimo al fútbol de inspiración y talento.Cómo sería, que un connotado madridista, cuyo nombre omitiré por discreción, me dijo a los quince minutos de partido que lo de Capello tenía una ventaja: "Se hacen los partidos más largos y así parece que te cunde más el precio de la entrada." Ya se sabe: lo de Capello es la eliminación de riesgos en la portería propia, y en ese intento también los elimina en la contraria. La situación de ayer me recuerda el chiste del que preguntó al médico: "Si no tomo vino y no fumo, ¿viviré más tiempo?" Y el médico le dice:"No es seguro. Pero se le hará mucho más largo". Pues eso: partidos como el de ayer se hacen muy largos.

Porque tampoco el Villarreal le metió mucha pasión, aunque, eso sí, tenía a Riquelme, esa perla. En el Madrid las ocurrencias las ponía Cassano, pero cuando Capello sacó a Guti fue justamente a cambio de aquel. Los talentosos de uno en uno, es el lema. Robinho compareció muy al final, y bastante confuso. Sólo acertó con una jugada. Cicinho no salió. En fin, si pide cincuenta días es de cortesía concedérselos, pero lo de ayer negó las buenas impresiones del primer tiempo del Anderlecht, en el que el Madrid metió fuerza y entusiasmo. Ayer, no. Casi es una buena noticia que no vuelva a jugar en quince días.