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Raúl tiene alma de un superviviente

Se marchó Figo. Se acaba de ir Zidane. Beckham sigue, pero acaban de licenciarle en la selección inglesa y en el Madrid su puesto lo amenaza Cicinho. Ronaldo sigue, pero ha venido Van Nistelrooy, así que de alguna forma le están indicando la salida. Pasó el tiempo de Los Galácticos. El que sigue es Raúl. Él estaba cuando llegaron, y ya había ganado dos Champions sin ellos. Ahora se reencuentra con Capello y ve con optimismo el nuevo proyecto y sus motivos tiene para ello. El plan Capello conviene a sus trazas de jugador táctico, trabajador, consciente, sabio y decidido. Se abre una nueva época para él.

Hay algo que me gusta de Raúl sobre todas las cosas: pone en valor la constancia y el trabajo. No tiene el ángel de los verdaderos superclases, su relación con el balón no es la de esos exquisitos que ha tenido al lado. Él necesita un sobreesfuerzo para mantenerse donde está. Pero lo ofrece, y no deja de hacerlo desde hace más de diez años. Por eso dura. El periodo galáctico le ha exigido sacrificios especiales, que le han desgastado más de la cuenta. Ha corrido por sí mismo, por Zidane y por Ronaldo. Y con frecuencia el equipo se ha echado atrás para lanzar al genio brasileño y eso le ha alejado del gol.

Pero ha resistido y ahora llega en su auxilio Capello, como el Séptimo de Caballería. Ahora va a jugar en un equipo compacto, que presionará arriba, sin tantos espacios entre líneas, en el que no tendrá que correr sino lo que le corresponda a él, que será mucho, pero menos que antes, y le cundirá más. Un equipo con menos encanto, sin las ruletas de Zidane, sin los centros de Beckham, sin las arrancadas de Ronaldo, sin los laterales desbocados, sin Casillas todo el partido por los suelos. Pero un equipo compacto, hábitat perfecto para el sentido táctico y el sacrificio de Raúl, ese grandioso superviviente.