Medallistas desencantados

Dos de nuestros cuatro medallistas han mostrado rostros de desencanto al cruzar la meta. Lo vimos el martes en De la Ossa y lo vimos ayer en Higuero. El bronce no les colmaba. Ellos competían por el oro y no lo alcanzaron. Una decepción y un gesto de honestidad que dicen mucho en su favor. Luego sí, llega la sonrisa, que una medalla siempre es una medalla -la primera además para ambos en estos Campeonatos-, pero por dentro rumian la derrota. Piensan una y otra vez en qué se equivocaron y lamentan no disponer de una segunda oportunidad. Tener atletas con la mentalidad de los campeones es una suerte. Podrán comer errores, pero no se arredran ante nada y ante nadie. Con eso llevan mucho camino ganado.

Higuero ayer dio la cara, no se despistó y es difícil decir en qué se equivocó. Baala fue mejor, le ganó y punto. Heshko también entró por delante, pero sólo porque Higuero perdió genio al ver cómo el oro se le iba. También hemos de reconocer que Higuero no es Cacho. Ni Abascal. Ni González. Ni Estévez. Ni Viciosa. Ni Redolat. Ni Díez. Todos ellos, entre 1985 y 2000, realizaron mejores marcas que él. Higuero estadísticamente sólo es el octavo mejor atleta español de 1.500 de la historia. Sin embargo ahí está peleándose por las medallas, con su espontaneidad a rastras. Con su espontaneidad y honradez, que de druidas no quiere saber. Prueba de ello es que su médico es el de cabecera, el de la Federación para más datos. Así no hay dudas.