Gran medalla la de Martínez
Tres medallas en la segunda jornada de los Europeos de atletismo. Tres medallas con muy distinto significado. La de Paquillo se puede calificar de grandiosa. Paquillo ya está, en cuanto a número de medallas, a la altura de Cacho. La de ayer fue la sexta: una en Juegos Olímpicos, dos en Mundiales y tres en Europeos. Cacho gana por la calidad de los metales, pero a Paquillo le queda cuerda de sobra para aumentar la cuenta, no sólo por sus condiciones, ambición y entrega, sino también porque practica una especialidad donde se puede encontrar menor competencia que en otras pruebas. La marcha en España la tomamos muy en serio y es la locomotora que tira de nuestro atletismo. La de ayer fue su 29ª medalla en la alta competición.
En las carreras de fondo tampoco nos va mal de un tiempo a esta parte, sobre todo desde que las marcas han retrocedido treinta años. Ayer cayeron dos medallas de golpe en el 10.000. La de De la Ossa supo a poco. Llegaba como favorito y como tal se comport incluso en exceso, pues quiso ser el director de orquesta que tan pronto marcaba el tempo de la carrera, pedía relevos a sus compañeros o invitaba a los rivales a tomar la cabeza. La medalla de Martínez supo, en cambio, a mucho. No es que fuera inesperada, sino que se ha propuesto que el camino no acabe ahí. También quiere subir al podio en la maratón. Eso suena a Zatopek, a gesta, a heroicidad. Un reto para el cual era necesario subir ayer al podio. Por eso fue una gran medalla.