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...y de repente, la Champions League

Valencia y Osasuna se juegan esta noche un buen trozo de temporada. Juegan sus partidos de ida de la clasificación de la Champions. Estos compromisos son siempre de aúpa, porque las ligas del resto de Europa suelen empezar antes que la nuestra, y también las pretemporadas, así que a estas alturas casi puede decirse que cualquier equipo de por ahí está más en forma que los nuestros. Peores equipos, pero más en forma. Este año se ha resentido de ello el Villarreal, que se las prometía muy felices ante el Maribor esloveno en la Intertoto. Pero cayó malamente. Y se quedó sin UEFA. Lástima.

Osasuna visita a un Hamburgo venido a menos (este fue el club del colosal Uwe Seeler, un clásico en los mundiales desde el 58 al 70) que tiene a Van der Vaart, ese fino holandés de abuelos gaditanos como estrella. Un buen Osasuna debería poder con ellos. Lo que hay que ver, y se verá desde hoy, es cómo le afecta al equipo rojillo la ausencia del líder que les ha llevado hasta esta altura, desconocida en su historia: Aguirre. Ziganda debuta en el cargo, pero tiene los mismos jugadores de que dispuso Aguirre más Soldado, goleador interesante. Todo consiste en no estropear lo que se encontró.

El Valencia va a Salzburgo, donde le amenaza un enemigo inmóvil pero peligroso: el césped artificial. El Bullen Arena del Salzburgo es uno de los tres estadios (los otros son el Luzhniki de Moscú y el Eyravallensueco) escogidos por la UEFA para poner a prueba un plan de campos artificiales con cuya instalación me malicio que se estará haciendo rico alguien. Dicen que es una superficie que no cambia tanto respecto a la natural. Dicen. Pero a mí me da miedo. Ya hemos visto los sustos que daban esos campos a los grandes cuando jugaban contra rivales de Segunda B en la Copa. Suerte a los dos. Les necesitamos.