Pereiro ha gando el Tour 2006, pero...

Pereiro ha ganado el Tour 2006 y se eleva en nuestro santoral al espacio reservado hasta ahora a Bahamontes, Ocaña, Perico e Indurain. Pero no está exultante. El doping, dichoso doping. Hubo en su comparecencia de ayer un sí es no es que reflejaba comprensión hacia el camarada caído. Comprensión excesiva, pienso yo hacia el amigo (¿eso es un amigo?) que le robó la gloria inigualable del podio de París. Viejo amigo, viejo compañero de fatigas... Demasiada comprensión. En cualquier otro deporte, el héroe despojado por la trampa hubiera saltado contra el ladrón de gloria con justa indignación.

Demasiada comprensión, decía. El ciclismo convive con el doping y le cuesta quitárselo. Pero tendrá que hacerlo, porque la sociedad ya no lo tolera, las legislaciones ya no lo toleran, los patrocinadores ya no lo toleran. Pedía Trueba hace unos días desde este periódico que Pereiro lidere otra carrera más importante aún: la de la lucha contra el doping. ¿Está en condiciones de hacerlo? Seguro que sí. Basta con que haya hecho limpio este Tour, basta con que esté dispuesto a correr siempre limpio de aquí en adelante. El pasado, en Phonak o en cualquier otro sitio, no importa. Importa el futuro.

"Los ciclistas somos perseguidos, pasamos doce mil controles al año", se queja. Por algo será. Desde la muerte de Simpson en el Mont Ventoux, que vimos en directo por la televisión, hasta estos tres ganadores (?) de las últimas tres grandes rondas (Heras,Basso y Landis), cazados los tres, han pasado demasiadas cosas. Entre ellas, la muerte de un equipo amateur holandés completo, una noche, en la soledad de los dormitorios, cuando se empezaba a introducir la EPO. Y el CasoFestina. Y la tan infamante como fructífera Operación Puerto. Pereiro, no te quejes de los controles. Quéjate de los eufemianos.