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Entre las dos promesas electorales

En la cumbre de Irdning, Capello, una vez observado lo que hay y lo que se espera, le ha pedido a Mijatovic que el club haga el esfuerzo que sea preciso por Diarra, el malí del OL (no confundir con el que juega en la selección francesa). Diarra es una fortaleza del medio campo, que impresionó en pareja con Essien. Esa media proyectó al equipo lyonnais a cotas nunca conocidas. Essien se fue al Chelsea, Capello quiere ahora a Diarra poco menos que a cualquier precio. Y entonces, ¿qué hacemos con Kaká? A eso no le da tanta importancia Capello. Dice que si al final no sale, no es tan grave.

Eso me lo temía yo. Capello siempre prefiere duro fajador a fino estilista. Mediapuntas hay muchos, le ha dicho a Mijatovic, y él prefiere, para su plan de reconstrucción urgente, otro sólido puntal en el medio campo, que haga pareja con Emerson. Para las suplencias piensa quizá contar con Mejía, a quien prueba ahí, y con Javi García, que estará en el Castilla pero del que se puede tirar para arriba en las necesidades. Pero el núcleo de cuatro fortalezas en torno a las cuales basar la seguridad del equipo (que sería Sergio Ramos y Cannavaro atrás, y Emerson y Diarra en la media) es irrenunciable para Capello.

¿Hay dinero para los dos, para Kaká y Diarra? ¿Y qué es mejor? Estamos en el viejo dilema entre si gastar en mantequilla o en cañones. Y Calderón está atrapado entre dos promesas electorales. Porque la primera y la más constitucional de todas era dejar que opinaran los técnicos, no inmiscuirse y darles lo que le pidieran. Pero la otra, la de Kaká como fichaje fundamental, llegó más al público, que lo vio, con razón, como el único consuelo posible a la salida de Zidane. Y sería el único fichaje que mantuviera viva esa llama del Madrid que aspira a los mejores y que enamora a los mercados gracias a eso.