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El Tour, en las estribaciones de los Alpes

El Tour empieza en los Pirineos, escribí el otro día. El Tour termina en los Alpes, podríamos decir hoy. El Tour, en todo caso, descansó ayer en las estribaciones del macizo montañoso, con el que desde hoy y por tres días peleará sañudamente. Entra como líder Pereiro, el gallego de Mos de la escapada bidón entre Béziers y Montélimar. Echevarri y Unzué, viejos zorros, callan y despistan cuando se les pregunta si puede ganar este Tour, pero se les ve que se sienten cómodos al tener de nuevo en sus manos ese maillot amarillo al que tanto se acostumbraron, primero con Perico y luego con Miguel Indurain.

La etapa remata hoy en el Alpe d'Huez. Tremenda cuesta. Suele decirse que quien sale de amarillo de ahí gana el Tour. ¿Podrá ser? Este es un Tour sin Armstrong, ese heptacampeón que nunca se deshará de las sospechas que le acompañan, la menor de las cuales es que el tratamiento contra el cáncer sirvió para reconstruir su organismo. Tampoco están los clientes de Eufemiano Fuentes, apeados antes de la salida gracias a la Operación Puerto, segunda consecuencia beneficiosa de las confesiones de Manzano. La primera fue la redacción de una ley antidopaje en España, que pronto estará en vigor.

Un Tour abierto. Un Tour sin EPO, se supone. La EPO tenía un efecto igualizador de los hematocritos. "Dios hizo a los hombres diferentes, Samuel Colt resolvió el problema", era el lema de la casa Colt. Con uno de sus revólveres en la mano, cualquier hombre era igual a otro. Con una ampolla de EPO, cualquier hematocrito era igual a otro (límite 50). Ahora no es así, y se ven desfallecimientos y cabalgadas largas, al estilo de antes. Este es un Tour de teloneros, porque los que pagaban tratamientos caros no están. Entre esos teloneros hay un gallego feliz, vestido de amarillo. Ojalá hoy siga con ese color.