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Una pedrada en la frente del fútbol

Empiezo a escribir mientras se preparan para lanzar los penaltis. Mal método para decidir una Copa delMundo. Es telegénico, sí pero es un poco deprimente decidir un campeón así, y ese efecto viene a sumarse al horroroso gesto de Zidane. El cisne cabeceando con saña de carnero el pecho del mastín. La última imagen en un campo de fútbol de este jugador, del que ayer escribí que es el más elegante que nunca he visto, es un gesto rufián, inexplicable. La tele nos muestra el antecedente inmediato. Una pequeña discusión. No es para tanto. ¿Por qué, Zidane, qué pasó por tu cabeza? ¿Por qué afearlo así todo?

Grosso ha marcado el quinto penalti, hace a Italia campeona, los azurri corren, saltan, se abrazan. Los franceses han perdido dos veces. Han perdido la Copa, que habían merecido por su segundo tiempo, por la prórroga, por la gallardía de su apuesta de ataque aun cuando se vieron con diez. Y han perdido la bandera, el orgullo nacional que era Zidane, el jugador al que hoy queríamos ver con la copa en alto en todas las portadas del mundo pero que, nunca sabremos por qué, nos robó esa imagen para dejarnos como último recuerdo el ataque burdo y estéril al esternón del feroz Materazzi.

Pena. Pero ganó Italia, y hay que felicitarla. Aunque haya ganando regresando a sus viejas artes: el fútbol defensivo, la espera... Se la vio inmensamente cansada desde el descanso, tras una buena primera parte en la que hizo todo lo que tenía que hacer. Luego todo fue esperar a los penaltis, que casi siempre premian al que no lo merece. Porque el que más hizo por ganar lamenta llegar ahí, y tira mal, con despecho. Mientras que el que sufrió durante el partido se siente feliz en esa orilla. Ese fue Italia, que al menos se va de este Mundial dejándonos el recuerdo de su épica prórroga ante Alemania.