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Luis recuerda que rectificar es de sabios

"Una frase errónea no me va a echar", dijo ayer Luis. Había prometido que dejaría la Selección si no hacía un buen Mundial, si no colocaba a España en el nivel de las grandes, en las semifinales o así. Nada muy concreto, que yo recuerde, pero en todo caso sí algo mejor que lo que ha ocurrido. Hemos caído en octavos, antes incluso de nuestra frontera natural. Nos ganó, y nos ganó bien, la primera selección de tronío que se nos cruzó. Pero Luis se siente con fuerzas para seguir, sabe que la Federación quiere que siga, nota guiños de simpatía alrededor y recuerda que rectificar es de sabios.

No seré yo quien opine que haya que hacerle prisionero de unas palabras lanzadas al aire quizá para crear optimismo. España no ha ido muy lejos, pero en algunos aspectos ha alcanzado logros inéditos. Ha gustado el estilo, ha hecho fortuna lo de La Roja, la gente se ha echado a la calle y la aventura, pese a todo, no deja sensación de abatimiento. Tampoco veo a mano una solución muy clara para sustituir a Luis, sobre todo si Del Bosque encuentra sitio en el Madrid. Y el ciclo natural de un seleccionador son cuatro años, aunque mejor si es al revés: primero la Eurocopa y después el Mundial.

Así que me figuro que seguirá. Pero entre tanto, el Mundial vuelve a nuestras pantallas. Argentina, una selección que parece ir de más a menos, se enfrenta a Alemania, local, potente, de gol fácil, favorita. Una pelea entre mayores. Un partidazo. Y a la noche, Ucrania-Italia. ¡Quién nos lo iba a decir! Les metimos cuatro y ahí siguen, frente a esa Italia que, tampoco sabemos cómo, se ha ido encontrando unos cruces bombón, mientras nuestro camino se erizaba de dificultades, la primera de las cuales nos tumbó. Está claro: hay países que saben manejarse en el Mundial y otros que no. España, por ejemplo.