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Todo llegó en un 10 de abril

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Ganamos aquella Copa el diez de abril. Fue el último partido que ganó el Frente Atlético. Sí, el cabezazo hecho busto fue de Pantic, el pase de Geli, pero el balón salió del Fondo Sur de la Romareda, dominado a gritos por la hinchada del Aleti. El partido había concluido con empate y a la espera de la prórroga, el gentío azulgrana, Fondo Norte, mitad del aforo, calló y aguardó. Como un trueno, de enfrente salió la canción. Recordad: fue un rugido rojo y blanco, imparable, febril, creciente. Todo lo que duró el descanso, duró el estímulo. Cuando los jugadores volvieron a su lugar lo hicieron ardiendo. Latían todos los corazones al compás del orfeón. De allí salió el balón, luego la cogió Geli, luego la mató Milinko de un frentazo en refilón, luego subió las escaleras Solozábal, luego alzó la Copa y volvió la canción. Era otro Frente, desdeñoso de la violencia, tan imaginativo que ninguna hinchada podía retarle en el terreno del ingenio, capaz de improvisar una coplilla devastadora en un segundo y guardián del rito desde el saludo inicial a cada jugador. Todo eso se fue de a poco con la nube ceniza que cubrió el club. Se le espera.

Se fue Miguel Pérez el diez de abril. Era un hombre risueño y tranquilo al que la vida sorprendió con un guiño cómplice en el mejor momento. Si a uno le toca la lotería puede hacer dos cosas: el tonto o lo contrario. Miguel hizo lo contrario. Eligió un negocio seguro porque todo el personal quiere almohadilla en los toros y en el fútbol, y al tiempo pudo darse un homenaje. Así que compró un puñado más bien gordo de acciones de su Aleti. Había sido peñista de infantería e impulsor de la Peña Atlética Carabanchel, lo cual es mucho (viví dos años al amor de La Mina, el campo del Cara, menudo máster, y por eso, yo que juro por Elvira Lindo no me creo a su Manolito Gafotas: ¡como va a ser del Madrid un niño de Carabanchel si nacen con el carné del Aleti!). Viajó Miguel por todas partes, vivió las buenas y las peores. Las que vengan las verá en un palco vertical desde el que se divisa un campo sin sombras. Y, mientras le añoramos, bien hará si coge a los de la Peña Los Cincuenta con Marcial Lalanda al frente, y a los otros peñistas que en el cielo son, y organiza un Frente cabal que se exija, nos exija y nunca deje de cantar.