Ante los últimos partidos de Zidane...

Llega la Real al Bernabéu, metida en unos afanes que no conocía desde hace muchísimos años. Descontados Madrid, Barça y Athletic, fundadores de la Liga allá en 1928 y que desde entonces se han mantenido siempre en la máxima categoría, no hay ningún otro equipo que siga en Primera desde 1967, cuando su último ascenso. Ha visto bajar al Valencia, al Atlético, a los dos sevillanos más de una vez... Y la Real, siempre en primera. Y con dos títulos, más dos temporadas en las que lo rozó. Así que es noticia ver a la Real metida en estos apuros. Y más aquí, en este campo, ante un Madrid al que se le ha subido a las barbas bastantes veces.

Pero el partido tiene otro foco de atención: Zidane. Espero que juegue. Después de este, sólo le quedarán dos partidos más en el Bernabéu. Discreto como es, no quiere hacer ningún drama de su retirada, y desde luego no hay nada oficial al respecto. Pero hace tiempo que en el club anunció que se iría tras el Mundial. Hay quien tiene la esperanza de hacerle cambiar de idea, pero soy pesimista al respecto. Por lo que sé de él, no se siente feliz si no puede ofrecer el fútbol deslumbrante de sus años de plenitud. Ya le cuesta mantener la forma, le pesan los dos partidos por semana, la velocidad no es la misma. Y quiere dejar una buena imagen.

Así que olvidemos todo lo demás y centremos nuestra atención en las últimas lecciones del maestro. Un jugador singular, entre patinador y bailarín, con un domino del balón inigualable. El fútbol más estético que he conocido, pienso. Un fútbol para ver con música de vals. El tiempo le ha alcanzado, como a todos. Quedan los vídeos, que ya es algo, pero no es lo mismo. Hay que estrujar estos últimos minutos, estas últimas jugadas, porque todo fútbol es efímero e irrepetible, y nada de lo que haga lo habrá hecho antes ni lo hará nadie después. Jugadores así se ven de tarde en tarde. Despedirlos es duro. Preparémonos para ello.