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Mientras tengamos a Villar ahí metido...

Tranquilos, que habrá fútbol. Y, desgraciadamente, con los árbitros de siempre. Esta hubiera sido una buena ocasión para traer cuatro árbitros ingleses, cuatro italianos y dos franceses y comparar, mientras los nuestros se deciden o no a coger el dinero que se les da. Lástima. Pero habrá fútbol, y aunque Villar y Sánchez Arminio hayan urdido una estúpida maniobra para fingir la prolongación ante un problema que no existe (el problema son ellos dos) nadie les cree. Tampoco los árbitros. Les están manejando y humillando. Entregan su dignidad por un ascenso o una internacionalidad. Allá ellos. En su imagen cargará este descalzaperros.

Son los coletazos del villarato, infelizmente prolongado por unas elecciones bastante recientes, pero cuyas consecuencias espero que no se extiendan demasiado en el tiempo. Cada vez tengo más esperanzas de que Villar se marche. Hasta hace poco, era necesario que lo hiciera. Ahora ya es imprescindible. Esta cebollinada de una presunta huelga de unos presuntos trabajadores contra una presunta patronal que está deseando pagarles lo que piden es la caricatura de la situación que hemos alcanzado. Es el último extracto de las neuronas de Ángel Villar. Yo, como soy un optimista incurable, espero que llegue a presidente de la UEFA.

Ahí va a competir con Platini y Beckenbauer, nada menos. Pero Platini es un hombre de las escuelas de fútbol de Francia, un romántico del XIX, partidario de pocos extranjeros y adversario del gran fútbol profesional. El G-14 le teme. Beckenbauer es lo contrario: un presidente del club del G-14. Los añorantes del fútbol de otro tiempo y las federaciones de la Europa pobre le temen. Villar puede ser una tercera vía que resulte, confío. Se le achaca que no habla idiomas (inglés o francés, se entiende), pero, ¿es eso tan excluyente? Bien mirado, tampoco es capaz de expresarse en español, y hasta aquí ha llegado. Señores de la UEFA, llévenselo.