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¿Huelga de árbitros? No caerá esa breva

Hace dos o tres semanas a una sedicente federación de peñas de aficionados se le ocurrió la cortesía de recibir a los árbitros en cada campo con un acto entre cariñoso y panoli. Nos lo agradecen anunciando una huelga para esta jornada, la del Barça-Madrid, se ve que no encontraban otra más interesante. Entre una y otra cosa (homenaje y amenaza) han transcurrido dos jornadas con arbitrajes un poco peores de lo acostumbrado. A los fallos de uso común (como la consabida gambada de Rafa Guerrero, que se reedita cada pocas semanas) se ha añadido algún número extra, como lo de pitar el final de un partido para no señalar un penalti.Y ahora dicen que harán huelga. No caerá esa breva. Esto de la huelga de árbitros fue invento recurrente de un radiofonista de mal recuerdo, felizmente retirado, que cada equis tiempo los exaltaba, les hacía proclamar esa amenaza y luego, sabiamente, desmontaba el gran problema en su programa. En resumen: esas bravatas no tenían otra utilidad que animar el teatrillo de aquel hombrecillo. Pero Sánchez Arminio y otros pocos, incapaces para ese análisis, se creen su propia impostura y sacan a pasear este fantasma. La última vez que lo hicieron, faltos del auxilio final del desconvocante, se consumó, con gran alborozo general del fútbol español.Porque, recordarán, arbitraron los de Segunda B, con los que hay iguales garantías de encontrarlos buenos o malos que en Primera, sólo que con la ventaja de que están menos crecidos. Así que repitan, y que vuelvan los de Segunda B. ¿Y por qué amenazan? Porque Villar no les paga, a pesar de que sí recibe por parte de la LFP las cantidades correspondientes. Pero, aborregados en el muladar del villarato, creían que esta huelga nos iba a preocupar mucho. Sin embargo, la LFP les ha desarmado ofreciéndoles el pago directo y evitando que el dinero pase por la extravagante Federación de Villar. Se han quedado sin argumentos.