Lo siento, amigo, pero esta vez no sé si creerte. Me recuerdas a una novia que tuve en los felices años de las remontadas europeas con el Borussia y el Inter. Siempre me llevaba al huerto para ver la película que ella quería (le encantaba el cine de culto, yo hundido) y a cambio hacía pucheritos y me prometía que en vacaciones iríamos donde yo dijera. Nones. Al final me tocaba tragar, como a casi todos. Roberto, antes hablabas de morir por la causa y me engatusabas. Yo te creía, ingenuo. Pero ya no eres el mismo. Tu luz se apaga. Y lo sabes...

Ojalá pudiera escribirte convencido de que te quedan dos o tres años deleitándonos en esa banda que, es verdad, sigue siendo tuya porque no hay nadie que te haga sombra (¿con quién ha empatado Cole?). Pero a ti hay que exigirte más. Cuando sales enchufado, el Madrid juega con doce. Así ganaste tres Champions. Pero queda tan poco de aquello...