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Barça: Ronaldinhos y Olegueres

Otra vez el fino estilista contra el duro fajador. El fino estilista, sobra decirlo, es el Barça, que hace fútbol con música de violines. El duro fajador es el áspero Chelsea, que avanza al son de tambores. El partido de ida hubiera debido ser suficiente para dejar las cosas claras, pero como esta fase de la Champions se decide por el sistema que los clásicos llamaban de partido y revancha, el Chelsea tiene una segunda oportunidad. Pero me parece que sus posibilidades son bastante remotas. No le bastaría ni con ganar por uno a cero. Tendrá que hacer dos o tres goles y, sobre todo, frenar a un ataque con Ronaldinho, Etoo, Messi, Deco...

Aunque mi entrañable Gatti suele decir que la bandera del fútbol es el Madrid, la verdad es que en este preciso momento el que la enarbola es el Barça, que ha venido a reproducir el modelo Florentino (Ronaldinhos y Olegueres, sería la reformulación) pero con menos años en las figuras. Juventud, divino tesoro. Ronaldinho, Etoo y demás se reunieron antes de haber tocado la gloria en otros lugares, y tienen sed de triunfos, y eso se nota, porque su liderazgo ilusionado arrastra a los demás. Y en ese ambiente gozoso ha roto el cascarón un polluelo, Messi, que está resultando ser un jugador de categoría excepcional. Un superclase, diríamos antes.

Messi está en los pensamientos de Mourinho, el malo de esta película y de tantas otras. Mourinho se queja de que fingió en Stamford Bridge, y es verdad, pero no es menos verdad que la entrada de Del Horno era terrible y que si no es por su brinco se queda sin rótula. ¿Qué es peor, disparar o fingir que el disparo te ha alcanzado para que castiguen al homicida frustrado? Mourinho se queja de que jugó muchos minutos con diez, pero es que sus jugadores se les va la pierna. Se le fue a Robben el sábado, sin ir más lejos. O a Essien semanas atrás. Ya el Oporto pegaba mucho. Los equipos de Mourinho son así, duros y bordes, como él mismo.