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Raúl quiere ser el que mee más largo

Siempre he pensado que en las polémicas entre gente del fútbol el que más acierta es el que antes se calla. Raúl no debe de ser de la misma opinión, porque ayer rompió el riguroso luto con su queja contra las reflexiones de Florentino sobre sus facultades como educador de futbolistas. "Que diga nombres", pide Raúl, y al pedirlo sugiere la respuesta, porque de nuevo es inoportuno. Es el capitán del Madrid, se extralimitó al hacer un reproche público a un compañero (si le tiene por tal) y se extralimita más ahora al reavivar los malos rollos que Florentino decía estar apaciguando con su dimisión. Bien vemos que no es ni será así.

Hay malestares, es evidente. Los jugadores sienten que Florentino les deja a los pies de los caballos con su dimisión, que se sale de la melé y les deja solos frente al Atlético, el Bernabéu y el Arsenal. Y lo peor para ellos es que llueve sobre mojado, que el gran público ya les culpó de la caída de Camacho y sucesores, y que ahora quedan más en evidencia que nunca. A Florentino se le reconoce una obra magnífica y lo único que se le ha reprochado ha sido, justamente, ser permisivo con las megaestrellas. Y ahora que se va, Raúl se coloca en off-side al descararse. Los demás galácticos han sido prudentes. Él ha querido ser el que mee más largo.

Tampoco hay paz plena en la directiva, me temo. A algunos no les gustó el procedimiento sumario por el que Florentino evacuó el trámite. "Me marcho y se queda Fernando. Buenas noches." Algunos piden entre dientes o en voz alta una votación seria de la Junta, y el nunca bien ponderado Fefé se pasó ayer el día haciendo declaraciones bordes, si bien en el curso de la tarde alguien consiguió que rebajara el tono de sus meteduras de pata. En definitiva, que la fuga de Florentino no trae la paz. ¡Si fuera tan fácil! Lo que hay por delante es una prueba de aúpa para Fernando Martín, que demuestra ser bien valiente al echarse a la cara este toro.