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Etoo y su firme gesto de dignidad

El sábado fue en Zaragoza, como otras veces ha sido en el Camp Nou con Roberto Carlos, o en Getafe, o en Albacete, o en el Bernabéu (el día de la Selección Inglesa), o en cualquier sitio. Es igualmente intolerable y ya basta. Por eso entiendo que Etoo estuvo bien con esa actitud de basta, aquí no juego. (Como bien estuvo Esquinas Torres en disuadirle). Y conviene que todos, y antes que nadie los que hacen estas cosas, en Zaragoza o en cualquier sitio, reflexionemos sobre lo que esto supone. El racismo es repugnante por sí y además es peligroso. Conduce a extravíos monstruosos y la Historia da probadas muestras de ello.

Hay una tendencia natural a desconfiar del otro, sí, pero para vencer ese atavismo están el civismo y el raciocinio. Y hay que decir que de un tiempo a esta parte este país se está ganando mala fama en ese sentido por culpa de esas minorías ruidosas que acosan a los jugadores negros con gritos de mono. El caso de Etoo resultará especialmente notorio porque se trata de una celebridad mundial y uno de los personajes más queridos del África negra. La ofensa dará la vuelta al mundo y se convertirá en un ultraje masivo a una enorme región de la tierra. Desprestigio para Zaragoza y para España. Eso es lo que han conseguido los ululantes.

A veces me dicen que se insulta en los campos de fútbol de diversas maneras, y que qué diferencia hay. Pésimo razonamiento. Llamar a un jugador cabrón o hijo de puta es atribuirle una condición tenida socialmente por inferior. Llamarle gordo o viejo es atribuirle una condición tenida por inferior para el buen desempeño del fútbol. Pero utilizar el hecho de que el jugador pertenece a la raza negra para intentar zaherirle con ello supone dar por sentado que pertenecer a esa raza supone una condición inferior, y eso es exactamente racismo en estado puro. Esa es la diferencia. Distingamos la mala educación del racismo.