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Guerra de príncipes en el Bernabéu

En la última página, nuestro poli malo les da detalles del laberinto de pasiones enfrentadas que hierven en la plantilla del Madrid. Y no hay duda de que la crisis la va a perder Ronaldo. De hecho, ya la ha perdido. Quejarse del Bernabéu es olvidar que el público siempre tiene razón. El martes la afición trató de echar pelillos a la mar, sí pero era el público de las noches europeas, de un perfil un poco distinto (con gran presencia de entusiastas peñistas llegados de toda España) y la Copa de Europa se considera una causa superior que lo une todo. Pero pasó ese partido y no dejó tras de sí ningún gol con el que Ronaldo pudiera defenderse.

A partir de ahora será distinto. En los sucesivos partidos volverá al Bernabéu el público de los fines de semana, un público capitalino, hosco, exigente, que ha visto lo mejor y que perdona poco o nada. Un poco como los del pañuelo verde en el Tendido Siete de Las Ventas. Ese público va a estar más que nunca contra Ronaldo, al que por otra parte Raúl ha acabado por rematar al recordarnos a todos que con sus declaraciones enturbió la magia de la noche europea. Una acusación tan justa como grave. Muy bien tirada. A Ronaldo aún le queda la defensa del presidente, pero hasta esa ya es poca si no se defiende además con goles.

En todo caso, lo que el episodio nos muestra es que estamos en el fin de trayecto del Madrid Galáctico. Ronaldo tendrá que salir de ahí a fin de temporada, como Zidane, que ya lo ha anunciado. Florentino tendrá que resignarse a eso y confiar la reconstrucción a alguien con criterio y firmeza, sea Capello (que está toreando a sus enviados, dándoles largas a la espera de cómo discurren las luchas de poder en la Juve), Eriksson, Wenger o el que sea. Pero debe enterrar ya su sueño de que los Galácticos van a renacer en cualquier momento, porque ese vestuario se pudre de día en día a ojos vistas. Y eso es aún peor que la falta de títulos.