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Casillas minimizó la derrota

El Madrid perdió y además quedó claro que el Arsenal es mejor. Y el partido que resta es en campo contrario. Woodgate recayó una vez más y las esperanzas de que se convierta por fin en un jugador fiable se esfumaron casi definitvamente. Ronaldo no marcó ni anduvo cerca de hacerlo. Las pancartas, inspiradas por el club, para darle ánimos y echar pelillos a la mar fueron plegadas lúgubremente al final del partido. A Zidane volvieron a vérsele las arrugas. A Guti le superó el partido. Robinho no desbordó por su lado y López Caro acabó por sustituirle por Raúl, cuya entrada tampoco supuso el clarinetazo esperado.

Así que casi todo son malas noticias para el Madrid, que se encamina a su tercer año consecutivo sin título algo que, dicho sea de paso, no ocurre desde que fichara a Di Stéfano, hace más de medio siglo. El casi es una concesión a las pocas cosas que funcionan, en especial Casillas, que minimizó la derrota hasta dejarla en términos honorables. El Arsenal, en especial durante la primera media hora, fue mucho mejor equipo que el Madrid. Luego, cuando el partido se igualó, siempre tuvo un ojo en Henry y en sus vertiginosos contraataques. Y aunque marcó un gol, puede decirse que el duelo entre ambos lo ganó Casillas.

¿Y Ronaldo? Nada tampoco anoche. Contra una defensa tan cerrada no se ha movido nunca bien, y ahora menos. Lo peor para él es que la afición, que era la de las noches europeas, mucho más benevolente, apostó por la reconciliación y se chasqueó. Y para hacer las cosas más complicadas el delantero del otro equipo era Henry, cuyas arrancadas dejaban un olor a azufre quemado y la nostalgia de los tiempos, no tan lejanos, en los que el que hacía esas cosas era Ronie. Panorama sombrío. Queda, sí, Londres, noventa minutos en Highbury y la esperanza es lo último que se pierde. Pero el Madrid no es favorito en las apuestas.