Casillas invoca el espíritu de Juanito

Suele decir Cruyff que el fútbol es un juego de fallos. Y no es el único. Ya hace tiempo que escucho la teoría de que el partido perfecto acabaría cero a cero, porque nadie cometería errores. De hecho, en Italia, que es donde más se ha trabajado táctica y físicamente desde hace muchos años, es donde más se han acercado a ese horrible ideal. Juego de fallos, pues. ¿Significa eso desdoro para el fútbol? No. El segundo razonamiento es que los buenos equipos son los que más castigan los fallos del contrario. Los que en cuanto encuentran un rendija la aprovechan para colar una fulminante jugada de gol. El Zaragoza de anteanoche, por ejemplo.

En este periódico Pedro Pablo San Martín disecciona los agujeros de la defensa del Madrid que, dicho sea de paso, cambió tres jugadores (y añadió muchos años) respecto a la que había jugado ante el Espanyol. ¿Por qué falló tanto el Madrid? Porque salió relajado y sin concentración, sin advertir que lo que tenía enfrente no era cualquier cosa. Era un equipo enamorado de la Copa, lanzado, lleno de fe, que ha goleado recientemente al Barça y que tiene una velocidad física en sus hombres y de juego colectivo envidiables. Un equipo que a cada fallo te va a castigar con un gol. Una, dos, tres, cuatro, cinco... hasta seis veces.

Ahora Casillas invoca el espíritu de Juanito y de aquellas noches de UEFA que él conoció de niño. Parece extravagante, pero él lo cree, y hace bien. La victoria sólo llega cuando se consigue instalar la derrota en la mente del adversario. Al tocar a rebato, Casillas está explicando que no se siente derrotado. Remite a un segundo partido en el que espera que valga aquello con lo que amenazaba Juanito a los jugadores del Inter tras una goleada en Milán: "Noventa minuti in Bernabéu son molto longo". Pero una goleada necesita la cooperación del rival. ¿Y estará el Zaragoza dispuesto a cooperar como cooperó el Madrid en La Romareda?.