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La aportación de López Caro y Murcia

Lo pedían los estudiantes parisinos en el 68, con el graffiti más repetido y celebrado: "La imaginación, al poder". Lo ha aplicado ahora López Caro en el Madrid, en el que ha confiado el equipo a una pareja brillante como es difícil encontrar otra: Guti y Zidane. Todo está dispuesto para que luzca esta alianza. Les flanquean Beckham y Robinho como extremos, con apoyo ocasional de los laterales. Les respalda Gravesen, encargado de la tarea oscura: la colocación, el corte, la entrega rápida. Les ofrece una referencia arriba Baptista, o Cassano, o el que toque. Pero todo está dispuesto para que ellos tengan el balón y panorama.

Un equipo con dos cerebros, con dos talentos. Lo que sale no es la suma de uno más otro, sino el producto de su multiplicación. Los dos se ven, se buscan y se quieren, el balón se siente feliz con ambos y los compañeros, también. Saben que de su tejido de juego sale con facilidad un pase provechoso para cualquiera, un balón al vacío, un pase imposible por el ojo de una aguja, un cambio de frente que cae al pie. López Caro apostó por el talento, con una audacia que refleja valor y atrevimiento. El equipo le corresponde con buenos resultados, que poco a poco van reflotando al Madrid en la Liga y le han metido en semifinales de Copa.

El fútbol premia a los valientes más de lo que muchos entrenadores de la vieja escuela quieren creer. Ahí está también Murcia, otro recién ascendido de las bodegas a la cubierta. Desde que llegó saca una delantera que me suena a las de antes, a cuando yo era un niño: Maxi, Kezman, Torres, Ibagaza y Petrov. Y el Atlético, para arriba. He ahí dos hombres, López Caro y Murcia, de los que quizá no esperáramos mucho, ascendidos por casualidad, pero que están aportando no sólo resultados, sino la recuperación de lo mejor que tiene el fútbol: la imaginación, el talento, los delanteros. Cada vez deseo más que les vaya muy bien.